domingo, 30 de noviembre de 2008

La mujer justa

"Esa es la sensación más degradante que puedas imaginar. Cuando sientes que te falta alguien. Miras a tu alrededor sin comprender, con gesto vacilante extiendes la mano y buscas un vaso de agua o un libro... En tu vida todo está en su sitio, los objetos, las personas, las citas de la jornada: tu relación con el mundo no parece diferente. Pero te falta algo. Cambias la disposición de los muebles de tu habitación... Pero no era eso. Te marchas de viaje. La ciudad que llevas tanto tiempo queriendo visitar te recibe en todo su severo esplendor (...) Tu lo observas todo como un alumno aplicado, recorres la ciudad desde el alba con la guía en la mano, atento a cada detalle, animado por una diligencia escrupulosa, como si temieras pasar algo por alto. Tu percepción del tiempo ha cambiado por completo. Te despiertas siempre a la misma hora, parece que estás obligado a mantener un orden angustioso, como si alguien estuviera esperándote. Es evidente que se trata de eso, aunque tardes mucho tiempo en admitirlo: crees que detrás de ese orden tan rígido hay alguien que te espera. Y si eres muy diligente y atento, si te levantas temprano y te acuestas tarde, si pasas mucho tiempo entre la gente, si viajas aquí o allá, si entras en ciertos sitios, al fin lograrás encontrar a esa persona que te espera (...). Y luego, si consigues encontrarla, qué le dirás?".

Sándor Márai
Hungria, 1941

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