jueves, 6 de enero de 2011

El principito (fragmento)

Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible para los ojos, y es el tiempo perdido con tu rosa lo que la hace importante
(...)
-Ah, principito, cómo he ido comprendiendo lentamente tu vida melancólica! Durante mucho tiempo tu única distracción fue la suavidad de las puestas de sol. Este nuevo detalle lo supe al cuarto día, cuando me dijiste:
-Me gustan mucho las puestas de sol; vamos a ver una puesta de sol
-Tendremos que esperar
-¿Esperar qué?
-que el sol se ponga.
-Pareciste muy sorprendido primero, y después te reíste de ti mismo. Y me dijiste:
-Siempre Me creo que estoy en mi tierra.
En efecto, como todo el mundo sabe, cuando es mediodía en Estados Unidos, en Francia se está poniendo el sol. Sería suficiente poder trasladarse a Francia en un minuto para asistir a la puesta del sol, pero desgraciadamente Francia está demasiado lejos. En cambio, sobre tu pequeño planeta te bastaba arrastrar la silla algunos pasos para presenciar el crepúsculo cada vez que lo deseabas.
-¡Un día vi ponerse el sol cuarenta y tres veces!
Y un poco más tarde añadiste:
-¿Sabes? Cuando uno está verdaderamente triste le gusta ver las puestas de sol.
-El día que la viste cuarenta y tres veces estabas muy triste ¿verdad?
Y principito no respondió.
(...)
Para mi no eres todavía más que en muchachito semejante a 100.000 muchachitos. Y no te necesito, y tu tampoco me necesitas, no soy para ti más que un zorro semejante a 100.000 zorros, pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro, serás para mí único en el mundo, seré para ti único en el mundo. Si me domesticas, mi vida se llenará de sol, conoceré un ruido de pasos que será diferente a todos los otros...tus ruidos me llamarán fuera de la madriguera, como una música.

Antoine de Saint-Exupery
Francia, 1900-1944

lunes, 6 de septiembre de 2010

Franz Kafka

Recuerdo una conversación con Kafka a propósito de la Europa contemporánea y de la decadencia de la humanidad, escribió.
"Somos", dijo, "pensamientos nihilísticos, pensamientos suicidas que surgen en la cabeza de Dios."
Ante todo, eso me recordó la imagen del mundo de la Gnosis: Dios como demiurgo malvado con el mundo como su pecado original.
"Oh no", replicó, "Nuestro mundo no es más que un mal humor de Dios, uno de esos malos días."
¿Existe entonces esperanza fuera de esta manifestación del mundo que conocemos?"
El sonrió. "Oh, bastante esperanza, infinita esperanza, sólo que no para nosotros".

Max Brod

viernes, 27 de agosto de 2010

One art

The art of losing isn't hard to master;
so many things seem filled with the intent
to be lost that their loss is no disaster.

Lose something every day. Accept the fluster
of lost door keys, the hour badly spent.
The art of losing isn't hard to master.

Then practice losing farther, losing faster:
places, and names, and where it was you meant
to travel. None of these will bring disaster.

I lost my mother's watch. And look! my last, or
next-to-last, of three loved houses went.
The art of losing isn't hard to master.

I lost two cities, lovely ones. And, vaster,
some realms I owned, two rivers, a continent.
I miss them, but it wasn't a disaster.

-- Even losing you (the joking voice, a gesture
I love) I shan't have lied. It's evident
the art of losing's not too hard to master
though it may look like (Write it!) like disaster.


Un arte

El arte de perder no es muy difícil;
tantas cosas contienen el germen
de la pérdida, pero perderlas no es un desastre.

Pierde algo cada día. Acepta la inquietud de perder
las llaves de las puertas, la horas malgastadas.
El arte de perder no es muy difícil.

Después intenta perder lejana, rápidamente:
lugares, y nombres, y la escala siguiente
de tu viaje. Nada de eso será un desastre.

Perdí el reloj de mi madre. ¡Y mira! desaparecieron
la última o la penúltima de mis tres queridas casas.
El arte de perder no es muy difícil.

Perdí dos ciudades entrañables. Y un inmenso
reino que era mío, dos ríos y un continente.
Los extraño, pero no ha sido un desastre.

Ni aun perdiéndote a ti (la cariñosa voz, el gesto
que amo) me podré engañar. Es evidente
que el arte de perder no es muy difícil,
aunque pueda parecer (¡escríbelo!) un desastre.

Elizabeth Bishop
EEUU, 1902-1988

Hojas de hierba (fragmento)

Creo que una brizna de hierba no es inferior a la jornada de los astros
y que la hormiga no es menos perfecta ni lo es un grano de arena...
y que el escuerzo es una obra de arte para los gustos más exigentes...
y que la articulación más pequeña de mi mano es un escarnio para todas las máquinas.
Quédate conmigo este día y esta noche y poseerás el origen de todos los poemas.
Creo en tí alma mía, el otro que soy no debe humillarse ante tí
ni tú debes humillarte ante el otro.
Retoza conmigo sobre la hierba, quita el freno de tu garganta.
(...)
Creo que podría retornar y vivir con los animales, son tan plácidos y autónomos.
Me detengo y los observo largamente.
Ellos no se impacientan, ni se lamentan de su situación.
No lloran sus pecados en la oscuridad del cuarto.
No me fastidian con sus discusiones sobre sus deberes hacia Dios.
Ninguno está descontento. Ninguno padece la manía de poseer objetos.
Ninguno se arrodilla ante otro ni ante los antepasados que vivieron hace milenios.
Ninguno es respetable o desdichado en toda la faz de la tierra.
Así me muestran su relación conmigo y yo la acepto.
(...)
No pregunto quién eres, eso carece de importancia para mí.
No puedes hacer ni ser más que aquello que yo te inculco.


Walt Whitman
EEUU, 1819-1892